jueves, 10 de septiembre de 2009
PASO DE LOS TOROS
En el centro geográfico de Uruguay, por donde pasa el Río Negro, existían "baquianos que ayudaban a las carretas y a las tropas a cruzar el río, muy peligroso cuando la corriente era grande. Por su valor personal y fuerza, a estos baquianos se los llamaba hombres toros". Así explica Pedro Armúa, en su Historia de Paso de los Toros, el origen del nombre de la ciudad uruguaya homónima. Ciudad que nació como pueblo en 1903 (pueblo Santa Isabel, por ley 2854 del 17 de julio de ese año), devino Villa Paso de los Toros (declarado así por el Parlamento uruguayo en 1929) y que, en 1953, logró la categoría de ciudad. Y, claro, fue en esa tierra de hombres toros donde, en una tarde sartreana, se originó la popular gaseosa tónica.

Su inventor es Rómulo Mangini, un descomunal montevideano de más de 100 kilos, practicante asiduo de lucha grecorromana y estudiante de química. Corría 1924 cuando Mangini se instaló en el pueblo con una pequeña fábrica de soda, que desde 1926 elaboró gaseosas. Ahí cerca, en el club 25 de Agosto, conoció a Jorge Jones, "amante de la buena vida y exquisito bebedor", que –orgulloso de las populares tónicas británicas– desafió a Mangini a fabricar un agua tónica de calidad semejante.

Mangini aceptó el reto, y siguieron meses de pruebas, fórmulas fallidas, y diversas combinaciones de agua y extractos vegetales. Con cada nueva combinación iba Mangini al club a ver a Jones, donde ambos la degustaban, esperando un dictamen favorable. Llegó finalmente el día (en 1929, según la mayoría de las versiones) en el que Jones dio su visto bueno: según su exigente paladar, la tónica uruguaya superaba a las importadas de Londres.

La fórmula

Sólo un empleado de la fábrica conocía la fórmula secreta de Mangini. Sin embargo, todos en el pueblo sabían algo: la receta incluía ralladura de cáscara de naranja. Así lo recuerda Raquel Torres, hija de uno de los primeros empleados de la fábrica: "Contrataban gente para rallar naranja. Las rallaban a mano, con ralladores parecidos a los de cocina. Usaban sólo la cáscara y regalaban las naranjas peladas, entonces todo el pueblo comía naranjas gratis".

Gran parte de la fórmula tiene los elementos clásicos de cualquier tónica, en particular quinina. Justamente, el agua tónica nació en el siglo XVII, al mezclarse quinina con agua para bajar la fiebre. Según la Real Academia Española, la quinina es un "alcaloide de la quina, principio activo de este medicamento febrífugo, una sustancia blanca, amorfa, sin olor, muy amarga y poco soluble, que se emplea en forma de sales". Pero, para muchos, el secreto último de esta gaseosa era el pozo que había en la misma fábrica, de donde se obtenía el agua para elaborarla. Un pozo que aún está allí, sellado, en medio de las instalaciones abandonadas de Paso de los Toros. Que desde hace décadas se produce en Buenos Aires.

Revuelo en el ropero

El éxito fue vertiginoso. Enseguida empezaron a despacharse botellas a la localidad de Durazno y, luego, a Montevideo. Mangini tuvo que conseguir nuevos socios y, en 1947, se sumaron Frank Marshall y Adolfo Caorsi. Así, se fundó la Sociedad Anónima Agua Tónica Paso de los Toros y se empezaron a vender acciones en el pueblo. Diez pesos cada una.

"Un día –recuerda Armúa– llegaron a Paso de los Toros unos representantes de Pepsi Cola que ofrecían comprar las acciones de la fábrica. Mucha gente las tenía olvidadas en los roperos, y fue un revuelo, todo el mundo buscándolas. Pepsi las pagaba muy bien y todos las vendieron, locos de la vida." Hasta que, el 14 de febrero de 1955, la compañía norteamericana logró la mayoría absoluta. Un golpe duro para Mangini, que murió en 1957.

Hoy, la ciudad lo recuerda con una calle llamada Rómulo Mangini, sobre la que está la fábrica. Para los lugareños, todavía hoy grandes bebedores de esta gaseosa, hay dos próceres locales: Mario Benedetti –nacido allí–, y Rómulo Mangini, un montevideano que mereció ser un hombre toro.

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